Violencia
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) se entiende como Violencia al "uso intencional de la fuerza física o del poder, ya sea real o con amenaza, en contra de uno mismo, de otra persona o de un grupo o comunidad, y cuyos resultados tienen una alta probabilidad de herir, matar, dañar psicológicamente o causar malformaciones o privación en el otro".
Cuando se ven estadísticas sobre la violencia, es sencillo, de alguna manera, contabilizar los daños con hecho concretos, como los asesinatos, los suicidios, los accidentes, las visitas al hospital en emergencias, los casos siquiátricos abordados por eventos de violencia con daño sicológico, etcétera, es decir, lo que en este ambiente se llama el "dato duro", lo que se puede contar. Considerando la definición de violencia de la OMS, contabilizar así los casos de violencia tiene el riesgo de omisión. No es posible a veces encontrar un "dato duro" que retrate la realidad. Y es que la violencia tiene muchas caras. La doctora Debra Houry, es médico con especialidad en medicina de emergencias, subdirectora del departamento de medicina de la Universidad Emory y profesora de esta Universidad en un curso sobre la Violencia, y ha sido ganadora, además, de varios reconocimientos por su experiencia y sus propuestas en la prevención de la misma. De acuerdo con ella, la violencia se puede predecir y se puede prevenir, pero es necesario comprenderla y saber lo que es. El carácter de la violencia como un problema social, requiere que sea abordado desde sus raíces, y para ello es necesario que sepamos y conozcamos más sobre el desarrollo del ser humano, desde antes de nacer, durante el nacimiento y en sus primeros años después de nacer. Todo esto ha sido ya investigado, estudiado y debatido por expertos de muchas disciplinas que concluyen de manera consistente que las raíces de la violencia se encuentran en esos primeros tiempos, así como, también, los factores sociales externos que contribuyen y hacen aflorar la violencia.
Sólo para considerarlo, es importante saber que cuando un niño nace, ya tiene 9 meses de "edad", de tal manera que lo que haya experimentado en el cuerpo de su mamá, a nivel físico y emocional, ha dejado huellas en su cerebro como experiencia de vida, y esas huellas contribuirán a la formación de su persona en el plano sicológico. Es bueno, también, saber que un bebé que nace en medio de circunstancias "violentas", recibe también un impacto en su formación: los partos con violencia (anticipación del momento de nacer con cesáreas "innecesarias" programadas, por ejemplo), separación de su madre al nacer o incapacidad emocional de la madre para criarlo, son algunos de los muchos ejemplos de experiencias que, desde la experiencia del niño, se viven como violencia. Y como dice la experta en crianza, Laura Gutman, no mirar al bebé es violencia, no tomarlo en brazos cuando llora y nos necesita, es violencia; ajustar sus horarios al mundo de los adultos, es violencia; no tocarlo y mantenerlo cercano, es violencia, es la violencia del desamparo. Y lo que hoy dejo para la reflexión es: Si violencia genera violencia, ¿cómo podemos pretender que cuando estos niños crezcan, no estén programados ya para la violencia? La paz comienza en el hogar, como lo dijo la Madre Teresa de Calcuta, pero comienza incluso antes del momento de nacer. La gran noticia es que se puede prevenir.